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miércoles, 29 de octubre de 2008

Crucial contienda contra el absolutismo


Por José Velázquez
Con la pareja Ortega-Murillo en la presidencia de Nicaragua --resultado de un torpe y corrupto acuerdo político que les permitió alcanzarla con sólo el 38% del voto-- empecinados en consolidar y extender a cualquier costo su periodo presidencial más allá del 2011 y aprovechándose del control cuasi absoluto que tienen sobre los poderes del estado --con dudosa excepción de la Asamblea Nacional-- las próximas elecciones municipales en noviembre revisten una importancia trascendental en el futuro democrático de ese atribulado país.

En particular la elección del alcalde de Managua, médula económica y política del país y plataforma valiosa para aspirantes a la presidencia de la república, ha dejado de tener una importancia confinada al municipio y se ha convertido en la campaña política que podría determinar si Ortega y Murillo consolidan su proyecto dictatorial o los nicaragüenses conservaran su incipiente proceso democrático iniciado en 1990.

Por ello la candidatura de Eduardo Montealegre a la alcaldía de Managua se convierte en la contienda más importante y emblemática de la lucha para impedir el avance de las ambiciones orteguistas. En un estado de derecho funcional en donde el comportamiento de las principales instituciones, comenzando en este caso por el Consejo Supremo Electoral, funcionasen apegados a la ley, la victoria de Montealegre sería un hecho ineludible, no sólo por su comprobada capacidad profesional, sino por enfrentarse al patético ex campeón de boxeo Alexis Argüello, candidato oficialista que, fuera de haber poseído unos puños demoledores, carece de cualquier competencia intelectual o administrativa que justifique su candidatura.

Pero para la folclórica pareja a cargo del ejecutivo en Nicaragua, convencida de su mesiánico destino como restauradores de los derechos y privilegios de los pobres del mundo, la victoria de Montealegre debe ser impedida por cualquier medio ''legal o electoral'' disponible. Tres posibles escenarios cuyo objetivo común es la eliminación política de Montealegre, hoy por hoy el único obstáculo serio a la continuación indefinida de Ortega en el poder son fácil de identificar:

• Montealegre es eliminado de la contienda como resultado de un proceso legislativo lleno de intimidaciones y chantajes que suprime su inmunidad parlamentaria y permite la realización de una causa judicial por su participación en la renegociación de bonos del estado (CENIS) o por la demanda por injurias y calumnias iniciada por el conocido economista de inclinación sandinista Néstor Avendaño. Dado el poco tiempo que falta para las elecciones y una aparente resistencia en el parlamento, este escenario es posible, pero no probable.

• Montealegre llega a las elecciones sorteando el proceso legislativo-judicial y logra, como es de esperarse, la mayoría de votos, pero no el codiciado trofeo. Aquí el Consejo Supremo Electoral (CSE), sabida la necesidad de algunos de sus magistrados de protegerse por cuestionados negocios realizados en el pasado y del dominio ''oportuno'' del orteguismo, inicia su fraudulenta tarea, manipula el conteo de votos y declara vencedor a Argüello. La decisión de Ortega y del propio CSE de negar la participación de reconocidos observadores internacionales y nacionales, la eliminación de partidos que podrían restarle votos al orteguismo, el control sobre la fiscalización de las urnas electorales, son entre otras, señales inequívocas de que una simple delantera de votos, y no una aplastante ventaja aseguraría el fraude.

• Montealegre obtiene una mayoría irrefutable de votos y Ortega no puede evitar reconocer la victoria. Por ello Montealegre deja de ser diputado, pierde su inmunidad y ambos juicios o al menos uno de los mencionados se reactivan, el poder judicial controlado por Ortega dócilmente se ofrece a encontrarlo culpable, lo destituyen y aunque con Enrique Quiñónez, enemigo acérrimo del sandinismo a cargo de la alcaldía, Ortega se sale con la suya, eliminando los derechos civiles de Montealegre e impidiéndoles competir en las elecciones presidenciales del 2011, verdadero objetivo político de toda la trama montada desde el inicio de su presidencia.

En cualquiera de los escenarios a Ortega le puede ''salir el tiro por la culata'' puesto que hacerlo después de Montealegre obtener un masivo apoyo ciudadano podría convertirlo en una víctima cuyo capital político se vería considerablemente agrandado en las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, este capital político sólo puede adquirirse si en las elecciones municipales la población le da a Montealegre un apoyo tal que el orteguismo no pueda proclamar un mandato popular para continuar sus despóticas intenciones. No hay cómo equivocarse. Ni la abstención ni el voto nulo son mecanismos que evitaran la consolidación del proyecto dictatorial y populista que la pareja Ortega-Murillo estó tratando de implementar en Nicaragua.
josevelazqueze@gmail.com

Publicado en El Nuevo Herald el miércoles 29 de octubre del 2008
Fuente; NicaraguaHoy.

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