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viernes, 7 de marzo de 2008

¿VALE LA PENA VIVIR LA VIDA...?

(Dr. Mauricio López C. Psicólogo)

"Si se pudiera proteger a los acantilados de las

tormentas, nunca podría admirarse la belleza

de sus quebradas"

(Elizabet Kübler)

Muchas veces hemos sentido que la vida no vale

la pena vivirla. En un caso extremo, escuché en

la radio a una mujer que decía:

"No quiero tener hijos, porque solo se viene a este

mundo a sufrir.

Y quiero ahorrarles ese sufrimiento".

Pero… ¿Realmente la vida es así?

¿O nosotros la hacemos así?

Lo que realmente te hace sufrir, no es la vida en sí, son tus expectativas respecto a cómo debería ser el mundo o cómo debería actuar tal persona.

Por ejemplo, cuando te enojas con tu pareja porque no llegó a tiempo o porque no te expresa su amor como a ti te gustaría que lo hiciera.

Entonces, lo que te daña no es tu pareja, son tus pensamientos y emociones con respecto a como debería actuar tu pareja, de acuerdo a la etiqueta del hombre o mujer ‘perfecto,que tienes.

Si sufres porque la vida es cruel, es porque tienes un concepto equivocado de lo que realmente es.

Tal vez crees que en la vida todo debería ser felicidad.

Imagínate que piensas que un bosque debe ser con puras rosas, ríos limpios, venados corriendo, un sol reluciente y una suave lluvia.

Pero cuando vas a uno ¡Oh sorpresa!

También hay insectos, serpientes y la lluvia ¡es un diluvio!

Imagínate sufriendo porque lo encontraste así y

diciéndote "No vale la pena estar en un bosque, es horrible: serpientes, bichos ¡que horror!"

¿No tiene sentido, verdad?


En el fondo sabes que así es un bosque.

No como tú pensabas que era.

Lo que puedes hacer, es estar alerta contra las serpientes.

También, cubrirte para que la lluvia no te moje.

Y disfrutar las rosas que veas y los venados. Simplemente aceptas la naturaleza como es y no te lamentas.

Te adaptas a ella.

En la vida, es igual.

Cuando la vemos como un paquete completo, en el que hay amor, muerte, instantes imborrables y fracasos dolorosos, la aceptas como es.


A partir de esa aceptación, puedes adaptarte a ella. Pregúntate que capacidad dormida en ti, necesita salir a flote cuando te enfrentes a un nuevo desafío.

Por ejemplo, yo de niño no sabía bailar salsa.

La necesidad de gustarle a las niñas me hizo aprender.

¡Ahora he llegado hasta a dar clases de baile!

Me daba miedo hablar en público.

Era muy tímido.

La necesidad y las circunstancias me obligaron ha hablar en público

¡Ahora soy conferencista!

Imagínate cuantas capacidades dormidas en mí, se han despertado por la necesidad.

Siempre pregúntate ¿Qué capacidades dormidas en mi tienen que salir a flote con este desafío?

El dolor y las derrotas son una gran oportunidad para replantearnos cómo estamos viviendo la vida.

Te confieso que acostumbro caminar cerca de los bosques, lejos de la gente, cuando las tormentas de la vida hacen que se me pongan las cosas difíciles.

Anclarme dentro del ruido cotidiano cerca de la naturaleza, dándome un breve espacio para reflexionar acerca de mis desafíos actuales y replantearme nuevas metas, ha sido invaluable para mi.

Si no, ya me habría vuelto loco.


Te recomiendo que hagas lo mismo.

Busca un espacio diario de reflexión.

Todos somos producto de nuestras reacciones ante los retos.

Somos hermosas quebradas hechas por las tormentas de la vida.

"Un guerrero acepta su suerte, sea cual sea, y la acepta con total humildad.

Se acepta a sí mismo con humildad, tal como es; no como base para lamentarse, sino como un desafío vital"


Tus circunstancias acéptalas como son, y pregúntate "¿Qué puedo hacer al respecto?"

Te sorprenderá lo sencillo que es solucionar un problema, una vez que dejes de pensar en el y te enfoques en resolverlo.

Generalmente, las mejores oportunidades de nuestra vida, vienen disfrazadas de problemas.

No importa cuales sean estos.

Siempre existe una solución.

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